FESTIVIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN

El calendario litúrgico de este año nos presentó dentro del mes de junio las fiestas de la Ascensión, Pentecostés, la Santísima Trinidad, el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el Sagrado Corazón de Jesús y otras memorias como María Madre de la Iglesia, Inmaculado Corazón de María, Santos Pedro y Pablo, etc.

Al ver la coincidencia, dentro del mes, de tantas festividades religiosas también me llamó la atención la celebración casi consecutiva del Sagrado Corazón y el Corpus Christi. Y ese hecho fue una inspiración para elaborar la reflexión del presente boletín.

Ambas fiestas son las celebraciones del amor que se abaja y se ha hecho hombre para estar cerca de nosotros. El cuerpo y la sangre de Cristo es un misterio de amor pero que los hombres pudieron un día tocar. Por eso los apóstoles y evangelistas al expresarlo recurren a palabras como el cuerpo, el pan y la carne. El Sagrado Corazón es el amor que recibimos en el pan y en el vino para poder Él seguir tocándonos, es Jesús mismo que nos abre su corazón para decirnos quién es, qué quiere y cuánto lo desea.

El pan es la imagen de Dios que, conociendo "nuestra hambre", desciende hasta hacerse alimento, es decir, algo necesario para permanecer en la vida y no morir. Es expresión del corazón de Dios que quiere saciar nuestro corazón pues siendo Él alimento que está vivo sólo Él nos puede transformar.

El cuerpo del Verbo es la humanización de Dios y a la vez el estado en el que Jesús padece la redención. Es expresión del corazón de Dios quien desea que nuestro corazón comulgue con su palabra y sentimientos para poder formar un solo cuerpo.

La referencia a la carne alude a la condición que debió asumir el Verbo para hacerse cargo de la realidad de los hombres. Es expresión del corazón de Dios que nos sigue diciendo "venid a Mí los que estáis cansados y afligidos que yo os aliviaré" (Mt 11, 28) porque quiere que también nosotros nos hagamos cargo de nuestras responsabilidades y de nuestros hermanos, cargando unos con otros.

Por lo expresado, hermanos, las líneas del misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo están calcadas en el misterio de su Corazón y también en el nuestro pues somos a su imagen y semejanza. Él que se escondió en lo más pequeño se sigue escondiendo en nuestro mundo y, haciéndose cuerpo, tomando nuestra carne y siendo el pan que nos alimenta, desea que nos convirtamos en Él y nos apropiemos de la sensibilidad de su Corazón.

Hermanos, esta fiesta del Corazón de Jesús quiere animar en nosotros este camino de conversión. Ruego a Dios les conceda esta gracia y desde este servicio de autoridad que ya concluyo les animo para que el Corazón de Jesús sea el corazón de nuestra vida y de nuestra provincia.