A
los 24 años se embarca hacia el Río
de la Plata para integrarse a la comunidad de
Hermanos Corazonistas en Argentina, corría
el año 1952. Cuatro años más
tarde, en 1956, se recibe de Profesor de Letras
en el profesorado del CONSUDEC (Consejo Superior
de Educación Católica) en Buenos
Aires.
Sin embargo es el Uruguay el país con el
que más plenamente se ha identificado.
Su primera estadía abarcó los años
1962 y 1963. La segunda desde 1976 a 1997 en forma
ininterrumpida.
Durante este casi cuarto de siglo desarrolló
su misión de religioso educador en el Colegio
Sagrado Corazón de Montevideo (zona pastoral
nº 3). Realizó todas las tareas y funciones
que puedan ser imaginadas: desde Director y Administrador
a albañil o pintor improvisado. Pero sin
duda su gran pasión ha sido la catequesis,
tarea que ha continuado realizando y de la que
nunca se ha jubilado.
Su simpatía con todos, su alegría
juvenil, sus larguísimas respuestas a las
preguntas más simples, su austeridad personal
vivida con total desprendimiento, su oficina donde
todo -absolutamente todo- podía ser encontrado,
su salud de hierro y su pasar por las calles en
su eterna bicicleta hicieron de él un miembro
entrañable de la parroquia y del barrio
del Reducto.
Sus años en el Colegio marcan una etapa,
es el referente principal de muchas generaciones
de alumnos, familias y docentes del Colegio. La
comunidad educativa que el contribuyó a
edificar atestigua que, a ejemplo de Jesús,
“pasó haciendo el bien”.
Cuando se le pidió que abandonara “su”
Colegio lo hizo con decisión y afrontó
nuevos desafíos, primero en Argentina y
actualmente en Chile. Estos dos países
junto con España y Uruguay atestiguan que
el Hno. Fermín ha sabido vivir con entusiasmo
su vocación religiosa: “creer en
el amor de Dios, vivir de él y difundirlo”
(Regla de Vida de los Hermanos del Sagrado Corazón,
nº 13).
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